Esta publicación viene a tenor del ejercicio voluntario que hace unas semanas el profesor de sociales nos mandó, el cual trataba de la fundación Bill&Melida Gates y de su involucración en la lucha contra el sida.
En una de las preguntas, hacia referencia a los conflictos entre las empresas farmaceúticas y los países más pobres, y la cuestión general que se plantea es la siguiente:
Si 25 millones de personas de países subdesarrollados se ven asoladas por esta epidemia mortal y las compañías farmaceúticas de los países desarrollados tienen en las manos medicamentos considerados efectivos en la prevención o tratamiento de esa enfermedad, y si los precios actuales de estos fármacos los hacen inasequibles en estos países subdesarrollados. ¿Qué se debe hacer?
Cada una de las partes a tomado posiciones defendiendo sus intereses, los cuales son prácticamente antagónicos, sin intentar llegar a un acuerdo en beneficio de las vidas humanas.
Por una parte, las empresas farmaceúticas de marca tienen la patente de los medicamentos y no quieren dar licencias de sus fármacos contra el VIH/Sida a la
OMS para que esta pueda contratar con fabricantes de genéricos el suministro de medicamentos baratos para su distribución en los países pobres y así acabar con esta epidemia. Alegan que la pobreza en el mundo no se resuelve con medicinas baratas y que los problemas sanitarios de los países menos desarrollados del mundo dependen más de la falta de infraestructuras sanitarias que de los genéricos. Además, se justifican diciendo que la investigación biomédica es un proceso largo (una media de 10 a 12 años) y caro (porque solo una de cada 20.000 moléculas estudiadas acabará por ser comercializada) para el que se necesita de una gran inversión y que si se realiza esta es porque se esperan unos margenes de beneficio importantes.
El problema y el temor de estas compañías viene dado a causa de la
OMC, pues aunque se encarga de proteger los derechos de la propiedad intelectual, sus normas de comercio permiten la emisión de licencias obligatorias en casos de emergencias nacionales y, por consiguiente, la industria farmaceútica teme que la emisión de licencias para la producción de sus medicamentos lleve a un "mercado gris" de fármacos a bajos precio, que afecte gravemente a sus beneficios y a las iniciativas para invertir en caras investigaciones.
Por otro lado, los países pobres ponen de manifiesto el gran número de infectados de VIH/sida que hay en sus países y a los que, las empresas farmaceúticas están negándoles el acceso a los medicamentos que actualmente existen como tratamiento de esta enfermedad, pues los precios desorbitados de esos fármacos que son hasta 10 veces superiores a los genéricos, los hacen ser inalcanzables para la mayor parte de la población. Piden a la OMS que actúe porque necesitan genéricos para abastecerla, y que se añada un poco de cordura al asunto, pues aunque sí es cierto que se realizan grandes inversiones para sacar un medicamento y ponerlo en el mercado, es más importante la vida de todas esas personas infectadas que necesitan estos fármacos de una forma inmediata y a las que si no se les da esa oportunidad, probablemente morirán engrosando un poco más las listas de muertos a causa de esta enfermedad.
Algunos dirigentes han comenzado a moverse como es el caso de
Luis Inácio da Silva que tomó la decisión de liberar la patente argumentando que es un derecho de los países pobres. Después de este caso, otros países han seguido su ejemplo como el ministro de Salud argentino.